Baruj sintió una gran atracción por la computación, llegó a escribir un ensayo sobre el derecho y la cibernética. Exiliado en Israel (cómo no), le dio más utilidad y distracción a su vida metiéndose de lleno en la promesa de un computador. No entendía ni jota, pero intuía su utilidad como herramienta de sus escritos y, quizás, como la entrada a un mundo que le ofrecía un reto atractivo en sus permanentes búsquedas intelectuales. El mundo vivido hasta hacía poco tiempo al otro lado del hemisferio se había ido por un agujero negro llevándose todo menos a su mujer y sus principios. Por suerte recibió una pensión porque éstos no le daban para comer ni un maní.
Y se compró un computador y trató de entusiasmar a su mujer y a cuanto ser iba por su casa. Pero como sabía poco, la visita más asidua era Eli, el técnco en computación que le arreglaba los desaguisados que creaba en sus intentos por dominar el manejo cibernético. Aprendió cosas como imprimir flores y animalitos para enviar a nietos e hijos, incluso fotografías escaneadas. Se gastaba media resma de papel antes de meter las artísticas tarjetas en papel de carta.
Pero eso no lo iba a contentar. Necesitaba saber más y se apuntó a un curso de computación en Kfar Saba, a una hora y media, más o menos de su ciudad. Dos veces a la semana tomaba dos buses para ir y dos para volver aunque hubiese 30º. Un tremendo sacrificio, para que, al sentir (que no al decir) de la familia, tras el curso, pareció no haber aprendido gran cosa, pero su pasión no disminuyó ni un ápice y cuando llegó el internet, estaba lo suficientemente preparado para salir al mundo virtual. Pero Baruj, no tuvo mucho tiempo para usar el internet, alcancé a chatear muy poco con él, porque empezó a morirse y se le hacía costosa la actividad frente al pc... El destino se la jugó así, con todo lo que tenía que decir, apenas alcanzó a ver la llegada del internet, que como un tsunami entraba arrastrando a todos a su dimensión y que él percibía como realmente resultó ser.
Fue con él y por él que empecé en la red. De hecho, la primer vez que me metí en el internet fue en un ciber para decirle, cuando supe que se estaba muriendo: “Papá, llego el jueves de la próxima semana”.
Que lindo, Mariana, es verdad lo que dices, siempre veo el destino de papa tan claro, vivio dos mundos y en los dos hizo cosas totalmente diferentes, preparo para otros caminos, que el supuso que podria hacer y me haces reflexionar, papa le dejo a mama el sabor del internet, pues fue ella, a traves de los chat, las nuevas amistades que ella hizo, lo que se reia con su grupo de amigos del chat..la Bruma, La mariposa, la rosi, la farfalla, y muchos otros..
ResponderEliminarNuestros caminos los recorremos, entramosy salimos de bucles negros, creamos colonias, las dejamos y siempre
estamos ayudando a otros a seguir..y ellos nos ayudan al proposito..nada es desperdicio..
me encanto el cuento
Mariana, tus palabras respiran.Son emotivas. Eres la hija que desde alguna zona del cyber espacio devuelve su reconocimiento y gratitud.
ResponderEliminar( Cómo a él le hubiera gustado ).
Precioso texto, mamá, me sacaste lágrimas, pues así fue, con tanto entusiasmo que el Tata puso en el computador y tanto que se esforzó por conocer y entender los esotéricos entresijos de su funcionamiento, la llegada del internet masivo fue demasiado tardía y él se quedó en el umbral, apenas percibiendo el inmenso mundo de posibilidades que se abría ante él... Pues lo que sí se abría era la infinitud del Cosmos, que le abrió sus brazos siderales y se lo llevó a vivir nuevos desafíos aún mayores... :-)
ResponderEliminarBesos! xxx
me gustó mucho...tal cuál lo dices...en el umbral de que nos quedaremos el resto, con tantos avances?...hermoso texto
ResponderEliminargracias, todos, bienvenidos a mi blog... tengo conexión directa con los vuestros.
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