lunes, 25 de julio de 2011

¿Que nos pasa a todos?


¿No es terriblemente dolorosa esta imágen?


Desde hace mucho tiempo -siglos- que los seres humanos estamos comprobando que lo que vivimos no está bien, que en todo el planeta no hay un sólo lugar donde exista la felicidad, ni siquiera un minimo bienestar que sea sustentable. Hay países que han vivido algo que se le asemeja, tales como Suiza, Suecia, Noruega, Holanda – paraísos soñados para un país emergente, ya no digo totalmente subdesarrollado- y que, en realidad, no tienen nada de felices, no hay armonía, no hay una comunidad afectuosa y solidaria entre ellos, no puede haberlo dado los índices de droga, alcoholismo, soledad y suicidios. Un hermoso jardín donde la plaga de la insatisfacción, el racismo y la sociopatía pudre la sociedad desde muy profundo. En Noruega, ya quedó demostrado no hace mucho tiempo: un individuo cegado por un odio patológico asesinó a cerca de setenta personas, seres humanos todos con los que compartía su misma historia, su mismo suelo... su misma alma.
Han habido grandes avances científicos y tecnológicos, muchos, jamás soñados hace unos 50 años atrás; grandes obras en ingeniería, arquitectura, comunicación, electrónica, medicina, agricultura, alimentación. También en la cultura, el arte, la filosofía, la política. Pero no han servido para erradicar el hambre, las enfermedades ni la miseria, en general, ni tampoco para acercarnos más, amarnos más y tratar de entender, por encima del egoísmo que los cerca de 7 mil millones de personas que estamos en este planeta, somos uno solo: una sola alma.
¿Cuantos niños y mujeres más tienen que morir de hambre y desnutrición, del abandono más cruel, para comprender que eso nos señala a cada uno de nosotros? No sentimos más que nuestros propios pesares, nuestros propios sufrimientos ¿Por qué no podemos sentir el dolor del prójimo?¿Hay registro de que alguna vez lo hayamos sentido? A mi me parece que sí fuimos alguna vez como una familia amante los unos con los otros, pero el egoísmo, el ansia y la codicia de riqueza y poder de algunos grupos se fue abriendo paso en la sociedad y construyendo un sistema cada vez más exigente y cruel en la medida que ha ido ganando espacio en las mentes y conducta de la gente. Un sistema donde hace mucho que la alimentación, la salud, la vivienda, el trabajo y la educación dejaron de ser un derecho para pasar a ser un negocio. Vivimos el capitalismo en su más salvaje expresión, y pareciera que estuviéramos liquidados, sin más que hacer que esperar a que esta destrucción nos pille confesados y mientras tanto, a seguir con nuestras complicadas e insatisfechas vidas como autómatas y viendo, con un “pucha, pobre gente” ante la televisión, porque 35 millones de personas están muriendo de hambre en Somalía. Bueno, eso ya ha pasado muchas veces, ¡qué se le va a hacer!
¿Qué nos sucede? Si ni siquiera se nos pasa por la mente pensar en que podría ser un hijo o un nieto el que está muriendo de hambre. No. Ya ni sentimos. Y creo que por ahí tendríamos que empezar para cambiar el rumbo de este tren loco que rueda hacia el abismo -léase, nuestro sistema de vida-. SENTIR, nos faltan sentimientos. Poner la mente al servicio de los sentimientos. Mucha filosofía, política, ciencia, tecnología, religiones (dogmas disfrazados de universalidad pero que sólo han fomentado el individualismo) y no somos capaces de cultivar nuestros propios sentimientos para unirnos y apoyarnos. Así jamás se va a llegar a amar al prójimo como a si mismo y me temo que eso, y solo eso, es por lo que el hombre lleva siglos viviendo un infierno y ahora está al borde de la destrucción.

6 comentarios:

  1. ¿ No nos queda sino el porvenir con cianuro ? ¿ Debemos arrancarle tiempo al instante para reflejarnos ?
    Crudísimo relato, Mariana. Y eso es lo que somos; fanfarrones del amor.

    ResponderEliminar
  2. No creo que baste con sentir, porque lo que es yo, cada vez que veo una masacre, una hambruna, una guerra, un niño que sufre, un anciano que agoniza o una mujer cargada de moretones siento de inmediato una mezcla de tristeza, indignaciòn, vergüenza e impotencia... Me duele el mundo como a Unamuno le dolìa España en sus tiempos... Es necesario que quienes manejan los hilos del poder y que se encuentran ciegos e insensibles al dolor y al amor ajeno por su codicia y su ansia de poder despierten, se sacudan la indiferencia depravada en la que viven y utilicen su poder como una fuente, un motor de amor, solidaridad, respeto y compromiso con sus pares, todos los seres humanos del planeta...

    ResponderEliminar
  3. terrible, hay si pudiera cambiar el canal..porque este se supera cada dia mas..aunque los hechos cambien los seres humanos siguen igual..maldadosos, envidiosos, avariciosos y miedosos.

    ResponderEliminar
  4. tenemos sentimientos, emociones y pasiones, pero todas desatadas a destiempo y dirigidas a otros puntos, a esos puntos que están para otro lado, a espaldas de nosotros. No somos automatas, ni siquiera somos masa, somos individuos bloqueados, parados , atascados en la insatisfaccion y el desencuentro, entre la tristeza y la frustracion. Algunos mas indignados que otros, y muchos mas inconcientes que algunos

    ResponderEliminar
  5. es que, básicamente, mis emociones están controladas por el ego, por el deseo exclusivo de recibir para mi misma, lo que de por sí, me impide sentir "con propiedad"; me impide amar al prójimo como a mi misma, por lo que soy incapaz de amar a alguien que no sean mis hijos, mis padres, mis hermanos, mi pareja, mis primos y todos en la medida que se alejan en la sanguineidad les vamos disminuyendo el afecto. La cultura en que estamos moldeados, encima, hace el resto, y nos transformamos, como dice Fedo, en autómatas, en individuos bloqueados incapaces de transformar el afecto, en un sentimiento que mueva nuestras conciencias, nuestra mente. Hemos puesto más el sentir al servicio de la mente y el ego que al revés, como debería ser. Incluso, por encima de nuestra supervivencia. Porque no es difícil entender, que si los demás están bien, nosotros también lo estaremos. Tengo que sentirte como yo misma y tus hijos como los mios... sentir en la conciencia, en el alma

    ResponderEliminar