Desde muy niña, y hasta bastante adulta, le tuve mucho miedo a la oscuridad. Si tenía que dormir sola en una habitación, me era imposible estar a oscuras, por lo que dejaba toda la noche la luz encendida. Si no estaba sola, y a mis lados mis hermanas dormían en sus camas olvidadas de mi, el miedo no era terrible, pero igual estaba ahí, envolviéndome, como mi camisón, mientras yo espiaba por encima de la sábana algún amago de forma maligna con un ojo bien abierto. No sé cómo me dormía ocupada en ese espanto absurdo que no sabía explicarme. El miedo a lo oscuro surgía de la misma manera que surgía la luz cuando alguien encendía la lámpara o amanecía. Odiaba atravesar pasillos a oscuras hasta una habitación, cantaba o silbaba mientras avanzaba casi corriendo y al llegar, a manotazos histéricos buscaba la luz, que cuanto más prisa tenía de que se encendiera, más me tardaba en encontrar el maldito interruptor. Respiraba cuando se hacía la luz, me aliviaba y yo volvía a ser yo, dejaba de ser ese ridículo ser aterrado con toda su compostura perdida por un rato sin luz. Boca de lobo, buuuuuuuuuu...
Nunca supe exactamente qué era lo que temía de la oscuridad. ¿Que iban a aparecer fantasmas o cualquier espectro extraño? Si, creo que si, cualquier cosa extraña para mi, era de temer. Y la oscuridad oculta misterio, oculta lo extraño, lo que no sé. Claro, lo que no veo, así de sencillo. Y yo siempre quise ver todo lo que vivo, vivir en lo que veo, y por qué no, ver mucho para vivir mejor... y no estoy hablando sólo de lo que se ve con la vista.
Laitman, el cabalista dice que “toda la sabiduría viene de la oscuridad” y después de pensarlo un poco, me doy cuenta de que es lo más lógico que hay. Si llamamos oscuridad a lo que no sabemos, a lo opuesto a la luz que es lo que sabemos, evidentemente toda la sabiduría viene de lo que se va iluminando en la oscuridad en la medida que lo vamos aprehendiendo. La oscuridad, entonces, pasa a ser luz.
Supongo, que por eso, cuando fui haciéndome mayor -bien mayor- dejé de temer a la oscuridad. Fue bastante brusco, como de la noche a la mañana, de la misma manera que me quedé sola en cierta etapa de mi andar por este mundo físico tan despelotado. De repente empezó a parecerme agradable compartir con ella en mi habitación, sola o acompañada. Relajante y útil en momentos o trances que me atraviesan alguna vez, y a la vez, sólida y siempre insinuante ofreciéndose permanentemente como cómplice en cualquier contingencia.
De niña era mucho lo que no sabía y quería saber, y toda esa ignorancia la enfocaba en la oscuridad. Mis dudas, mis miedos, mis inseguridades, mi desconocimiento. Eso se va corrigiendo con los años porque vas aprendiendo y en la misma medida vas perdiendo la inseguridad y la ignorancia, vas perdiendo el miedo a la oscuridad, porque descubres lo que dice Laitman: que ella oculta la sabiduría... es la oscuridad la que te plantea todas las dudas, es en ella donde hay que profundizar y llegar a la Luz.
Qué bello texto y qué bella metáfora encierra la oscuridad como preludio de la sabiduría! Y muy cierta, pues nada hay menos oscuro que el saber y nada más luminoso que alcanzar el conocimiento, pero no sólo el que implica información y datos, sino el que alude a la madurez de ese conocimiento, la sabiduría plena de la mente y el espíritu... Y aunque resulte irrisorio, no pude evitar recordar la analogía que se hace en los comics o dibujos animados cuando alguien tiene una idea: ¡se enciende una bombilla eléctrica! O sea, se pasa de la oscuridad mental a la luz, aunque sea artificial... Punto para Edison... ;)
ResponderEliminarasi es, nomás. das con algo, una idea, un conocimiento y es que se te iluminó la ampolleta...jejejeje
ResponderEliminarLa oscuridad es desnudez, transmigración. Sin ella, todo sería mera alucinación.
ResponderEliminarEnternecedor relato, Mariana.
muy bueno hermana!!!, tener miedo a lo desconocido, a la oscuridad es normal aunque yo no sufri tanto miedo le tenía mucho respeto pero tambien una inmensa curiosidad, siempre quise saber mas y mas, era una especia de hambre de conocimientos y leia y leia..porque de alguna manera me calmaba de soportar una vida que no me satisfacia mucho, y eso no quiere decir que no amaba a la familia, es que me aburria..por eso vivia en otra dimension..con libros y peliculas para evitar seguramente esos sentimientos ..
ResponderEliminares que no somos para un mundo físico tan chato como el sistema lo está llevando, los seres humanos tenemos más necesidades que tener buenos ingresos para lucir artículos varios la mayoría innecearios. Lo normal es que busquemos y deseemos conocer lo que nos haga realmente completos, y fijo que esto que nos manipulan para ser, no es.
ResponderEliminarHermoso, madre. Es lindo, como dice mi hermana, la analogía. Yo le perdí el miedo a la oscuridad cuando empecé a leer a Buero Vallejo. Precisamente por la bella metáfora, usa muchos ciegos en su obra. Fascinada por sus dramas, me gustaba fingir que era ciega en Miguel de Unamuno, hasta me vendaba los ojos y aprendí a andar a oscuras, reparando en cada detalle de la casa. un juego simple que me quitó muchos miedos.
ResponderEliminarNunca hay que ser ciego ante nada, pero tampoco hay que temer a la oscuridad.