miércoles, 24 de agosto de 2011

Un cambio de verdad

  
Nos estamos dando cuenta de que desde el mismo escenario y visión del que esta crisis que vivimos fue creada: la política, no está habiendo soluciones. Y todo está conectado a la política, que a su vez, sólo obedece a los grandes grupos económicos cuya ilimitada avidez de poder deteriora el cuerpo y el alma de la sociedad que ya no puede seguir soportando el peso de la desventaja de este sistema salvaje de libre mercado. Por todo el mundo, la gente está saliendo a protestar a las calles, unos de manera pacífica y otros muy violentamente; pero todos, indistintamente, sin más bandera que la del cabreo. Y me temo, que eso es todo. Exigiendo mejoras, exigiendo cambios haciendo llamados a la autoridad correspondiente. Pero hay algo que no estamos atendiendo, y es que a la vista de la situación general, el principal llamado es a nuestra propia responsabilidad en esta crisis irreparable en la que estamos envueltos todos. Y ese llamado es urgente.
Ya está claro que, a lo largo de la historia, ni la religión, ni la filosofía, ni la política, ni la ciencia han dado las soluciones para hacer del planeta y del ser humano -ya no digamos una totalidad armónica de existencia- un mundo de mínimo bienestar dentro de principios humanos básicos. Y ya no lo harán, está a a la vista  que sus líderes perdieron rumbo y visibilidad. Entonces, no es sólo a ellos a quienes tenemos que emplazar a que nos resuelvan la vida, sino que también tenemos que dirigirnos a nosotros mismos. El cambio debe partir desde cada uno de nosotros, empezando por preocuparnos más los unos de los otros. Parece ñoño, ingenuo; pero es tremendamente real y básico; eso es lo único que no hemos hecho nunca y sin embargo, es lo único que funciona. Yo existo porque tú existes. Yo estoy bien si tú estás bien. Intentar romper los moldes, las caretas, los miedos, y buscar en nosotros mismos el respeto, la consideración, la justicia... el amor que nos hará definitavemente una sociedad mejor. Eso es un real motivo para unirnos y planificar. Acordar salir a la calle a protestar, a gritar nuestras frustraciones, a rogar demandas a egos inconscientes que devuelven entre palabras necias, desprecio y demagogia, no cambia nada, sólo nos vamos en acciones y reacciones, nunca una respuesta que conduzca al cambio esperado. Y más allá de la valentía y razones que se pueda tener para enfrentar a un gobierno, importa más un verdadero cambio desde dentro, tanto desde el grupo en general como de cada uno en particular.
Por lo que urge ese cambio desde nosotros mismos. Con éste, el cambio político, económico y humano en general, estará servido. Lo otro, lo que hemos venido haciendo desde siempre, no es más que una destructiva batalla de egos.

2 comentarios:

  1. Totalmente cierto, lástima que la mayor parte de la gente siempre espere que sea el otro el que cambie (su vecino, su pareja, el tendero de la esquina, los políticos, el gobierno) sin darse cuenta de que mucho más seguro y satisfactorio es un cambio personal positivo. Porque no podemos controlar el cambio en otros, por mucho que presionemos o exijamos, y por justas y válidas que sean la demandas. Pero sí podemos controlar al 100% un cambio en nosotros mismos, provocarlo y sentirnos satisfechos de los logros... Y si todos cambiamos y crecemos como seres humanos, por lógica con el mundo ocurrirá lo mismo... :-)

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  2. El cambio y no la ezquizofrenia vista como un vaporoso cambio.
    Somos seres enfermos, lejanos, primos hermanos del sentirnos sólo en el cerebro.
    Así;somos como el carnicero y el cura dentro de nuestro deseo.
    Me gusta el sentimiento con que escribes, Mariana.

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