A él le dedico hoy esta nota que hice hace un tiempo para cada uno de las compañeras y compañeros con quién compartimos un lindo trabajo por la unidad de todos en Chile.
Compañero Alex Espinoza, PRESENTE, AHORA Y SIEMPRE...
Compañero, a casi 38 años ¿te acuerdas de nosotros?
¿Te acuerdas, compañero, de cuando los sueños y el futuro eran patentes?
¿Te acuerdas cuando moldeábamos entre nuestras manos ansiosas el mundo?
¿Te acuerdas cuando en marchas y mítines, lanzábamos al centro mismo del universo nuestros corazones culminados de esperanzas por “un mundo mejor”?
¡Qué tiempos, compañero!
Veíamos un buen futuro porque teníamos un buen presente...me acuerdo.
Éramos esa generación iconoclasta que transformaría el mundo
No había a quién temer ni de quién ocultarse.
Los compromisos privados no eran un manto bajo el que esconderse, como ahora.
Esos compromisos eran un estímulo más para saltar hasta las nubes por nuestros sueños que entonces tenían tanto sentido.
Como esa revolución llena de principios humanos tan requete justos.
La de la conciencia clara.
Un sueño que nos daba fuerza. No, más; nos daba invulnerabilidad.
Con esa fuerza vivíamos. Con esa fuerza estudiábamos, trabajábamos, criábamos, amábamos, creábamos, jugábamos.
Compañero, vivíamos el sueño de los muchos sueños.
Y nos subimos a tribunas de universidades y plazas repartiendo estímulos y verdades. Te recuerdo, compañero, y recuerdo a todos mis héroes, que éramos cada uno de nosotros. No importaban los insultos, no importaba el enemigo, ni siquiera nos importó su tamaño.
¿Dimensionamos alguna vez su tamaño?
Eso creimos...
Sabíamos que era inmenso el enemigo, capaz de destruirnos con un solo aletear de sus viscosas alas negras. Pero éramos tantos y pisábamos tan firme...
Nuestras espadas luminosas bailaban dibujando miles de certidumbres con todos los colores del arco iris en el aire. Certidumbres de ser lo que quisiéramos.
(no se acuñaba todavía la palabra “loser”, no había cabida para el personaje)
Nuestras espadas atravesarían ese negro aletear que venía del norte, porque nadie podría parar nuestra resuelta disposición a ser ganadores del conocimiento y la verdad.
Pero nos cayeron encima, compañero y el cielo se cerró completamente.
Sin una sola brecha, sin un mínimo resquicio para la razón y el amor.
De aire y tierra llegaron el horror y la muerte. La sinrazón y la crueldad.
A balcones y costillas. A campos y vaginas. A presente y futuro.
Y nos mataron, compañero, nos encerraron, nos torturaron, nos echaron, nos dirigieron y nos cambiaron el destino como quien se cambia de zapatos. Nos mandaron a la dimensión desconocida, compañero.
Y por las armas, la grosería, la prepotencia, con grotescos discursos y burdos slogans nos metieron en una realidad limitada y asfixiante donde las posibilidades son infinitamente mayores para la miseria, la mediocridad, el fracaso y la desesperanza porque los grandes logros se cuentan sólo en dólares, no en creatividad, en buena conciencia ni en buenos y cuidados amores.
Un mundo en que se vaga entre pegas y peguitas, entre saltos vacíos y frustraciones varias cumpliendo compromisos, en fin, haciendo lo mejor posible buscando gratificaciones y trascendencias con esa sensación a cuestas de vacío, sin importar si nuestros ingresos nos compran un mercedes o nos llega apenas a fin de mes. No tenemos lo que debemos tener, no sentimos lo que debemos sentir.
Sólo la mirada sana y alegre de nuestros hijos y nietos nos compensa y nos permite la odiosa esperanza (cresta, compañero, ya odio la esperanza, siempre se vive en ella porque siempre estamos como el culo). Hijos que, entre nuestras crisis de angustia y otros desórdenes, hemos podido rescatar de las sucias garras de los modernos monstruos del sistema, esperando que algunos de nuestros sueños se cuelen entre sus genes. No es tarea fácil, compañero, se nos han perdido ya muchos en el camino.
Míreme a los ojos, compañero, y contésteme ¿verdad que no le vemos un lindo final a esto? Y no nos podemos inventar salidas Disney. No existen.
Yo quisiera poder sentir que tenemos un futuro bueno a corto plazo, pero no lo siento; me embarga la decepción, la incredulidad y la desesperanza. Esperar, supongo, que esto reviente por si sólo, esperar a que toda la mierda termine de salir a flote para empezar una limpieza en donde se pueda ubicar el sistema que realmente nos hace seres humanos plenos; porque los milagros no existen.
Algo más tenemos que aprender, no nos queda más remedio, compañero. Yo estoy dispuesta a aprender y a actuar.
Hasta siempre, compañero.
hermoso, sin palabras.. el compañero alex y todos los compañeros caidos en el silencio y el dolor, sin apenas vislumbrar ni la e de esperanza merecen un recuerdo, unas palabras de cariño. Por Alex que ya no está ni nunca mas lo vi, solo oir su voz unos minutos y leer unas cuantas de sus letras en el msn , este no puede ser mejor homenaje.
ResponderEliminarPrecioso, maria..
...y la vida tenía sentido.
ResponderEliminarque hermoso Mariana!! lo comparto..
ResponderEliminarQué lindo, mamá! Sin duda Alex Espinoza se merecía este homenaje de tu parte, y como él todos/as aquellos/as que vivieron el maravilloso lujo de soñar y de creer, con el corazón abierto y el alma llena de flores, por un mundo nuevo, más justo, más solidario, más equitativo, un mundo mejor...
ResponderEliminarBesos! xxx