viernes, 3 de febrero de 2012

Sobre el deseo, Schopenhauer, Laitman y mi esperanza de deseo...





No hay ninguna duda. Somos voluntad o deseo. Cada ser en este mundo físico nuestro se mueve por el deseo o voluntad; una montaña, una planta, un perro, un ser humano. Todos expresándolo de diferentes maneras, pero usado por igual como herramienta básica para la existencia.

Schopenhauer en su libro “El mundo como voluntad y representación”, publicado en 1819, con gran pesimismo expone esta condición que dirige la vida en el planeta. No le vio razón alguna a este deseo egoico del ser humano que lo imposibilita para su realización, por lo que expuso que el mundo está destinado a una existencia de sufrimiento y dolor sin sentido. La vida, decía, oscila entre el dolor y el hastío. Nada es más cierto; y en su época fue suficiente para marginarlo y postergarlo “para los restos”. En esta época, no se le ha puesto en el sitial que le corresponde tampoco y no sé si es por ignorancia o porque no interesa el debate a fondo de esa gran verdad.

La cabalá también dice lo mismo: Somos deseo; toda la sustancia de la creación es un deseo de recibir”. Y cito del cabalista Michael Laitman: La forma en que se desenvuelven nuestros deseos define y determina toda la historia de la Humanidad.

Una historia que nos deja claro el poder del deseo.

Pero a diferencia de Schopenhauer, los cabalistas nos indican que no tenemos como únicas opciones el sufrimiento o la huída del mundo. Nos dicen que existe otro deseo opuesto al egoico deseo de recibir para beneficio propio: el deseo de otorgar y que debemos intentar alcanzar para salir de esta existencia sufrida en que estamos metidos.

Ni siquiera podemos imaginar ese deseo de otorgar a pesar de lo muy altruistas que nos sintamos mayoritariamente. Pero eso no es real, sólo nos movemos por el deseo de recibir para nosotros mismos, por nada ni para nada más. Jamás hemos tenido un deseo en nuestras vidas en que seamos felices porque el otro lo está siendo. Nunca nos hace feliz sólo el placer de los demás. Lo más parecido a ese deseo altruista es el de la madre cuando cría y es feliz y está tranquila cuando su bebé es feliz y está tranquilo.

La crisis que vive la humanidad nos debería hacer ponernos de cabeza a buscar en nosotros, urgentemente, ese deseo de otorgar. Desde hace décadas estamos viendo que el mundo tiene que cambiar porque vamos derecho a una hecatombe, de hecho, ya la estamos sintiendo a flor de piel. Entre todo el jolgorio consumista y el lema de “¡a vivir que son 3 días!” y métale trago, droga y escapes varios, la economía, que es donde hemos puesto toda la razón de nuestra existencia, se va a pique a pesar de los parches y entuertos de los gobiernos y organismos financieros.

Por ahí nos dicen: Cada uno de nosotros debemos cambiar. Y nos quedamos pasmados pensando: ¿Yo? ¿Cambiar? ¿Cómo? Bueno, así, intentando cambiar nuestro deseo natural de recibir para nosotros en el increíble deseo altruista de desear solo para el otro. Y descubrir en ello que cuando el otro, mi otro, tu otro, nuestros otros, son felices; por ende, yo también lo soy. Difícil, pero no imposible. Nuestra felicidad, ni más ni menos es lo que está en juego.

Se trata, entonces, de usar ese gran poder que es el deseo.












5 comentarios:

  1. Somos nuestra voluntad presa en el mundo de los fenómenos, llenos de causalidades y sin libertad.
    Somos libres en nuestra esencia, pero ella no es de este mundo.
    Y sólo otorgando nos descubriremos.

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  2. Hoy amaneci con el corazon blogero!! asi que me dirigi a mis blogs preferidos sin antes visitar el mio y postear algo y de pronto al costado de mi blog aparecio Shoper el gato..la verdad que mi papa jamas perdio el tiempo poniendole nombres a los gatos..eran tal cual. Siguiendo el tema tuyo, me hizo pensar en Newton y Einstein, sus teorias, ambas hablan de la realidad en que vivimos, pero la de Newton solo es para una extricta parte de la realidad en cambio la de Eisntein nos adentra en una realidad mas alla de nuestros ojos la realidad del alma, del cosmos, del universo, claro que aun asi no la entendemos..y hay a la cola tantas otras realidades. Gracias sister

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  3. Exactamente, Enrique, Raque, de recibir para nosotros mismos a recibir para otorgar, pasamos a la realidad que nuestros cinco sentidos nos niega... y es cierto, Raque, esa realidad no podemos entenderla, la única clave que tenemos es la de desocultarnos a través del deseo por el otorgamiento. tenemos que dejar de estar escondidos a esa realidad que vislumbró Einstein...

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  4. Deseo, desde esta perspectiva, pareciera un sinónimo de "sobrevivencia", pues sin el deseo de vivir difícilmente aguantaríamos mucho tiempo los avatares de nuestras existencias... Por fortuna, como bien dice Schopenhauer, está la voluntad. Y esa voluntad nos aferra a la vida y nos convierte en sobrevivientes, y a algunos (no a todos), también en resilientes. El tema está en convertir ese deseo en mucho más que una herramienta de sobrevivencia y utilizarla como una herramienta de amor... Porque, lamentablemente y aunque nos gustarìa que así fuera, "vida" y "amor" no son sinónimos. Por el contrario, la Naturaleza y el Ser Humano nos han demostrado que la vida se impone incluso por encima del amor, hay animales que matan a otros para sobrevivir, hay plantas y árboles que matan todo lo que crece a su alrededor para sobrevivir, y supongo que no tengo que decir que lo mismo ocurre y ha ocurrido con el ser humano a lo largo de nuestra Historia. ¿Vida, entonces, es sinónimo de deseo, y el amor es una cualidad que se aprende? Porque, sí, el ser humano es gregario, ¿pero es gregario con el fin de compartir amor o para dominar agresivamente a otros? La agresividad no es una cualidad aprendida, es una reacción refleja del ser humano a un medio hostil; el amor es la vía que se le abre cuando el entorno deja de ser hostil. La llave de todo, entonces, quizás sea encontrar la vía de manejar la hostilidad del ambiente con amor en lugar de con agresividad. ¿Una utopìa o esto es realmente posible?

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  5. cierto, nena, por eso lo que dice Laitman, que el deseo determina toda la historia de la humanidad; es nuestra naturaleza, nuestro ego para sobrevivir, y usando el poder del deseo es que tenemos que desear (valga la redundancia)amar a los demàs como a nosotros mismos, porque ahí está la base de nuestra verdadera existencia, de la correcta existencia, existiendo por los demás... ese es el deseo de otorgamiento que se opone a nuestro deseo de recibir para nosotros mismos que nos aporta odio, individualismo y agresividad...

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