domingo, 29 de junio de 2014

No aprendemos nada




A lo largo de nuestra historia, y desde sus orígenes, ha habido masacres terribles en el mundo, además del holocausto nazi y las bombas a Hiroshima y Nagasaki. No creo que exista un pueblo que no haya sufrido una masacre en su interior o desde el exterior. Y no se detienen; golpes de estado, guerras civiles, invasiones, se siguen sucediendo en diferentes puntos del planeta hasta el día de hoy.
Sería enorme la lista de todas las matanzas de seres humanos a seres humanos a lo largo de toda la historia del mundo, como también sería interminable la de muertes por cataclismos naturales. Porque en esta bendita tierra la muerte furiosa, que con su guadaña siega violentamente vidas a diestra y siniestra, le llega al ser humano desde su propio reino y de todos los demás reinos de la naturaleza.
Y es que el hombre, absurdamente, ha creído siempre que a la naturaleza se le puede transformar a voluntad. Ingenuo y ciego, no ve que cada herida que le infligimos tiene una reacción que rechaza ese cambio. Pero a la naturaleza no se le ha cambiado un ápice; se le ha maquillado, se le ha disfrazado, se le ha prostituido, y en actos de rebeldía, ella se arranca el disfraz en cuanto puede remeciéndonos con ira. No se la ha cambiado ni se la cambiará nunca.
Y seguimos en esta carrera de matanzas varias, cada uno reaccionando desde su cercanía o lejanía, sufriendo unos, opinando otros entre pesar y simpatías, pero sin que cambie nada en concreto en nuestra forma de vida, en nuestra visión, en nuestras conciencias. Por lo que, tristemente se llega a la conclusión de que no hemos aprendido nada.
¿Tantos siglos de muerte, de masacres, de odio, egoísmo y estupidez, y nadie ha aprendido nada? Entonces estaríamos destinados no sólo a seguir sufriendo todo esto, sino que cada vez más severamente, tanto en cantidad como en calidad. Porque ha aumentado muchísimo el número de personas en el planeta y también la codicia, el lucro y el ansia de poder.

Y ¿por qué no hemos aprendido? ¿por qué no somos capaces de detener esta horrorosa inclinación a la enemistad y el odio mortal?

 Porque está claro que no somos capaces de poner una voluntad integral en lo opuesto.

Cuando viene una epidemia determinada, con una vacuna se inocula parte del mismo mal para crear los anticuerpos que nos defienden contra la enfermedad. Pues, nosotros no hemos sabido crear los anticuerpos de amor contra el odio, de paz contra la guerra, de luz contra la oscuridad. No ponemos la voluntad, toda la voluntad y nada más que la voluntad en el amor, la paz, la luz. Es trabajoso, o más bien imposible, porque nos pide preocuparnos y ocuparnos del prójimo, algo que no está en nuestra naturaleza esencialmente individualista. Pero haríamos el cambio total, si o si, si uniéramos 7 billones de voluntades en ese mundo opuesto al egoísta y odioso en el que estamos malamente existiendo.

Un imposible para la mayoría, seguramente...

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