sábado, 3 de septiembre de 2016

Desentrañar un milagro






Salí a encontrarlo a la carretera.

Venía sentado sobre un milagro
con un recado anónimo entre sus ojos
que no pude descifrar.
Y aceleré, sin más, contra el viento,
con él atado como un volantín.

Al llegar se instaló en una nube
al lado de mi tienda,
Con su valija, su notebook y un farol.
“Para ver la paloma de colores”, me dijo.
¿Cómo la de Noé que no volvió? Le pregunté.
Entonces, miró mi transparencia
Y puso un beso en mis cuadernos.

Debajo de su chaqueta traía una herida
que se curó con pócimas de vida,
encargos de amor y una manta de promesas.

Entre historias diarias en mp4 o avi,
ponderaciones y escrutinios cruciales
mucho chopsui y garbeos viales,
enfilaban los días con sus noches
atravesando nuestros cuerpos abrazados
entre su olor a ámbar.

Pero, a lo que tenía que ser fructífero
y fuerte como un cedro del Líbano
se le quemaron las piernas y los pies.

“La memoria no abandona el cuerpo”
Cantaba un chincol cada hora
rodeando el jardín

Hay que ponerse en puntillas, pensé
Pero no pude sobrepasar los cardenales
y se desvaneció con su nube.

Hoy su rastro aroma mi cuello,
en las nubes clarean recados
y su milagro solea en mi patio.



miércoles, 2 de diciembre de 2015

Libre de todo mal











Hoy decidí librarme de mis pecados
Soltar los errores que llevo a cuestas
Eliminar las culpas que estrujan mi matriz
Y tantas faltas que arrastran mis pies

Y salí al camino dispuesta y liviana
Más alta y bien formada
Con los pies ágiles y la mente quieta
Con la conciencia ligera...

Sin la carga de lo maldito.
Sin el peso de lo sagrado
La respiración placentera
La sangre deslizándose mansa 
Y la risa saltando irresponsable

Sin dioses en el cielo
Y sin demonios en el suelo
Sin miedos entre mis entrañas
Mis manos como mariposas
Y mis pies ruiseñores

Venerando a mis padres
Amando al mundo
Colmándome con mis semillas
Y rodeando el mundo con mis hermanos

Todo eso –mil maravillas- 
Libre de todo miedo y dudas
Libre de todo mal
Libre de todo
Libre de Dios
...y contentándolo









domingo, 29 de junio de 2014

No aprendemos nada




A lo largo de nuestra historia, y desde sus orígenes, ha habido masacres terribles en el mundo, además del holocausto nazi y las bombas a Hiroshima y Nagasaki. No creo que exista un pueblo que no haya sufrido una masacre en su interior o desde el exterior. Y no se detienen; golpes de estado, guerras civiles, invasiones, se siguen sucediendo en diferentes puntos del planeta hasta el día de hoy.
Sería enorme la lista de todas las matanzas de seres humanos a seres humanos a lo largo de toda la historia del mundo, como también sería interminable la de muertes por cataclismos naturales. Porque en esta bendita tierra la muerte furiosa, que con su guadaña siega violentamente vidas a diestra y siniestra, le llega al ser humano desde su propio reino y de todos los demás reinos de la naturaleza.
Y es que el hombre, absurdamente, ha creído siempre que a la naturaleza se le puede transformar a voluntad. Ingenuo y ciego, no ve que cada herida que le infligimos tiene una reacción que rechaza ese cambio. Pero a la naturaleza no se le ha cambiado un ápice; se le ha maquillado, se le ha disfrazado, se le ha prostituido, y en actos de rebeldía, ella se arranca el disfraz en cuanto puede remeciéndonos con ira. No se la ha cambiado ni se la cambiará nunca.
Y seguimos en esta carrera de matanzas varias, cada uno reaccionando desde su cercanía o lejanía, sufriendo unos, opinando otros entre pesar y simpatías, pero sin que cambie nada en concreto en nuestra forma de vida, en nuestra visión, en nuestras conciencias. Por lo que, tristemente se llega a la conclusión de que no hemos aprendido nada.
¿Tantos siglos de muerte, de masacres, de odio, egoísmo y estupidez, y nadie ha aprendido nada? Entonces estaríamos destinados no sólo a seguir sufriendo todo esto, sino que cada vez más severamente, tanto en cantidad como en calidad. Porque ha aumentado muchísimo el número de personas en el planeta y también la codicia, el lucro y el ansia de poder.

Y ¿por qué no hemos aprendido? ¿por qué no somos capaces de detener esta horrorosa inclinación a la enemistad y el odio mortal?

 Porque está claro que no somos capaces de poner una voluntad integral en lo opuesto.

Cuando viene una epidemia determinada, con una vacuna se inocula parte del mismo mal para crear los anticuerpos que nos defienden contra la enfermedad. Pues, nosotros no hemos sabido crear los anticuerpos de amor contra el odio, de paz contra la guerra, de luz contra la oscuridad. No ponemos la voluntad, toda la voluntad y nada más que la voluntad en el amor, la paz, la luz. Es trabajoso, o más bien imposible, porque nos pide preocuparnos y ocuparnos del prójimo, algo que no está en nuestra naturaleza esencialmente individualista. Pero haríamos el cambio total, si o si, si uniéramos 7 billones de voluntades en ese mundo opuesto al egoísta y odioso en el que estamos malamente existiendo.

Un imposible para la mayoría, seguramente...

lunes, 24 de junio de 2013

Poema a un padre que tuve

     Enrique puede entrar en la belleza de la ternura con su poesía. 
               Escribió este poema de mi para mi padre:







La madrugada le baraja el rostro
hoy su padre le habla desde un gran volumen vacío
ella aún corre sobre tablones y puentes
es su pequeño centinela
y en su isla
estallan recuerdos
¿habrá una carta desconocida
para tocar las manos de tu alma?
Ambos se hicieron entre si
mojados
desde su propia audacia
hombre e hija
crearon un metal oculto
empuñando sabia tanta ternura
¿dónde nace tu sombra...papá
para deshacerla en algún lodo?
¿te rejunto
fuera de ti en mi?
Y entonces se descansa de piel
en los jugos del corazón
tu mano, pequeña, quedará en mis manos
y sus fisuras
son ausencias que beben”
hoy el tiempo enciende de nuevo luz en el viento
su memoria es finita como un hecho
porque el aire Mariana lo llena de signos
que coloca en voz baja.

viernes, 24 de mayo de 2013

Mi soledad. Ma solitude.






Enviudar es muy feo. Perder nuestra pareja es muy feo. Lo sabemos millones a los que, de pronto, sin importar avisos; la soledad se nos metió en la cama. Parece repentina porque nunca antes la trataste, sólo pudiste alguna vez imaginarla sin saber que no estabas ni remotamente cerca de su vivir, de su exacto sentir. Esa puta sombra helada siempre en tu hombro siguiéndote y haciéndote doler con su aliento congelante. Nunca pude, como Moustaki, llegar a sentirla como mi cómplice, nunca pude mirarla cara a cara.
En general, se puede sentir soledad en muchísimas circunstancias; tan fragmentados estamos los seres humanos los unos de los otros, que aún con pareja, aún en medio de una gran familia o comunidad, podemos sentirnos solos... trabajando solos, comiendo solos, durmiendo solos, viviendo solos. Unos buscan y otros sólo esperan eso que nos traerá el placer del amor. Claro, el amor, ¿qué otra cosa, si no, nos hace sentirnos incluidos en el mundo?
Los que no buscan ni esperan, acuerdan el juego del amor a la soledad, pero es sólo eso, un juego... porque si bien es cierto, mi ego, por naturaleza me pide mucho sólo para mi, desde esa misma naturaleza me pide la unión con los demás. No podemos vivir entre soledades, y aunque somos expertos en crearla, necesitamos, deseamos, imploramos desde lo más hondo de nuestra esencia -esa ilustre desconocida- estar unidos, y ojalá, siempre.
Mi homenaje también a Georges Moustaki, que seguro supo de los juegos de la soledad.


sábado, 4 de mayo de 2013

Nostalgia sabatina



Todas teníamos que haber sido reinas.
Muchos caminos, una sola meta. Unas se tapan los ojos y caminan sin importar las plantas rotas, el entorno plástico y la risa sin eco. Las lágrimas se tragan... “Es lo que hay", y sobre la marcha se hacen con regalos y fantasías casi creíbles.
Otras pisan fuerte con hijos y hiel de hombres a cuesta, espantando miedos y comiéndose los mocos inventándose un humor que da para cuatro canas y cuatro arrugas menos y para  no tirarse a la línea del tren.
Algunas, militaron en la causa de la esperanza que parecía tan posible y ahora, atacadas de una cruel lucidez, envejecen cabreadas mirando hacia el infinito a ver si encuentran la respuesta que no se ha podido encontrar, porque ni siquiera saben qué preguntar.
Janis Joplin, se fue rota, buscando sin encontrar, pero en su camino espinoso nos dejó esta Rosa.  







martes, 29 de enero de 2013

La vida es una "tranca"




Pues sí, la vida misma es toda una “tranca”. Ninguno de los billones de seres humanos, desde el principio del mundo, hemos pasado piola por nuestras miserables vidas. Y los que vienen; si no es por un esfuerzo sobre humano, no creo que ni Platón ni el Prozac, ni las meditaciones en esa incomodísima postura del loto, ni trotar hasta medio infartarse, u otras recetas aconsejadas como lo máximo, les va a ayudar.

El trauma empieza llegando, cuando nuestra madre nos da a luz. Algo de no creer. Se supone que nuestro primer encuentro con la luz debería ser sublime, o al menos placentero, que nos provoque un “agú” gozoso; pero no, el shock es tal que berreamos como chanchos al matadero un rato largo, salvo que estemos medio asfixiados. Mi hija mayor chilló un rato y luego con los ojos muy abiertos miraba a todos lados, de tal manera, que alguien dijo: “Y así dicen que los niños no ven al nacer”. Claro, la niñita te atravesaba con una mirada inquisitiva de miedo. Mi hija menor fue más original. Se devolvió y hubo que ir a buscarla. Tal cual. Se fue hacia adentro y hubo que “torniquearla” como precisó la obstetra, y, mejor, no doy detalles de la ultrajante maniobra; el caso es que mi hija menor, pareció como que, ver la luz y desilusionarse fue todo uno. Pero claro, ese es uno de tantos momentos en la vida en el que no tienes la más mínima opción. Naces nomás.

La luz de este mundo, queda claro, no te ofrece ningún placer que dure algo más que la escarcha bajo el sol (me quedó lindo eso). Imposible, no somos capaces, por naturaleza, de crearnos ningún gozo permanente. Y mira que me lo he preguntado y tratado de averiguar ¿Por qué, diablos, no somos capaces de ser felices de manera permanente? Así como los príncipes y princesas al final de los cuentos: Y fueron felices para siempre. Si, claro. A mi, de niña, después de la frasecita, me daba con quedarme pensando en que seguramente alguna vez discutirían por los hijos, los gastos, el arreglo del lavaplatos, la suegra, algunas enfermedades e incidentes varios; cosas que una ve por ahi...por nuestra realidad.

No podría enumerar todas las tragedias, las guerras, las feas vicisitudes en toda la historia de la humanidad, en todos los campos, en todos los niveles y dimensiones que han ocurrido, ocurren y seguramente ocurrirán; todo porque somos condenadamente egoístas. Pues sí, así se siente, como una condena a propósito a ser egoístas. Cualidad que hemos practicado perfectamente, sin necesidad de preparación, así, sin más, nos hemos hecho la puñeta unos a otros de la manera más natural del mundo. Cada movida nuestra es en beneficio propio y usando al personal que nos rodea. Así de claro. Algo que jamás seremos capaces de reconocer porque mayoritariamente nos sentimos buenas personas, que no le hacemos mal a nadie, al contrario, ayudo cuando puedo, solidarizo en el facebook desde mi notebook o Ipad a brazo partido con mis palabras de apoyo y en la calle si me piden, doy una limosna o un billetito a un amigo que está en apuro; en fin, soy super buena onda. Pero en realidad, eso no es ser buena onda, incluso eso, es porque nos sentimos bien; o sea, para satisfacer nuestro ego. Porque en realidad, basamos nuestra vida, en usar al otro, no en preocuparnos del otro, faltaría más. No somos capaces de imaginar siquiera lo que sería ser realmente una buena persona que otorga en lugar de recibir. Que ama al otro como a si mismo, que cuida del otro, que es feliz porque el otro lo es. ¿Cómo? si eso no está en nuestra naturaleza. Pero, les tengo una noticia: la vida dejaría de ser una permanente tranca si nos pudiéramos, aunque suene a ñoñería: amar y unir para ser todos felices de forma permanente. Habría que usar la fuerza del deseo egoísta que nos es propio por naturaleza, para transformarlo en deseo altruista. O sea, cambiar la intención del deseo. Una movida que, lejos, es el trabajo más difícil del ser humano.

Lo tenemos clarito.

jueves, 13 de diciembre de 2012

¿Amar al prójimo como a nosotros mismos?


                                                 Ama a tu prójimo como a ti mismo.

Gran regla de la Torá, que las dos religiones más cercanas del entorno en el que me he criado -judía y cristiana- postulan como base de sus mensajes. Claro está, que ninguna te dice cómo podemos llegar a eso, nosotros, criaturas que sólo hemos sobrevivido en el mundo, gracias al exclusivo deseo de recibir para beneficio propio. ¿Cómo puede, entonces, un individuo amar a nadie como a si mismo? Y con mayor razón; más que a si mismo, que sería lo máximo de la existencia humana. Sencillamente, no puede. No está en la naturaleza humana amar a alguien o algo más que a mi. Y entonces, ¿cómo se puede vivir en armonía con eso? Tampoco se puede.

Los miles de años de historia humana nos lo demuestran: el ansia de beneficio propio, de poder y control, no sólo impide amar al prójimo -sin hablar, siquiera, de como a si mismo- sino que lleva al hombre a odiarlo y en la medida de ese odio, su poder. Y en eso nos manejamos, entre conquistas individuales caudillistas de unos, cuyo deseo sólo consigue un placer condenado a ser breve, puesto que el deseo exige, inmediatamente, otro detrás cancelando al momento ese placer; lo que hace imparable su esfuerzo por imponerse como sea sobre quien sea y lo que sea. Y entre el dolor y desesperanza de otros, que también, dentro del deseo egoico de recibir, subsisten arreglándoselas con efímeros momentos de disfrute, que ingenuamente llaman felicidad; y los con menos suerte, arreglándoselas para sobrevivir miserablemente, peor que en la selva.

Un juego con una regla absolutamente diferente y que implica desear para ti y nada más que para ti. Regla que más bien viene a decir que odies a tu prójimo y todo lo que te rodea y sólo te preocupes por ti. Atroz regla que es la causa de toda la miseria humana, de los crímenes que el hombre ha sido capaz de cometer durante la historia contra otros hombres, y que, todavía se siguen comentiendo. Y en eso vivimos, única y exclusivamente, porque el ser humano no puede ser de otra manera, y todos, incluidos los que postulan desde púlpitos varios, aquello de “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Detrás de la ética y los principios humanistas en los que tratamos de empaparnos para ser buenas personas, convive entre nosotros un monstruo egoísta capaz de las peores atrocidades si su deseo le pide poder ilimitado; un germen que todos poseemos y que afortunadamente no todos desarrollamos en la magnitud de los que han controlado y manipulado la sociedad durante milenios usando la religión, la política, la ciencia, la filosofía, la economía, la psicología y todo lo que puede servir a sus propósitos. Un mal que sí ha sido perfectamente armónico en si mismo puesto que tiene tanto a su favor: el natural egoismo humano.

Un mal que realmente puede vencerse si se trabajara -aún anti natura- contra el deseo egoista de recibir en beneficio propio en pro del deseo para otorgar al otro. O sea, anhelar, profundamente, desear para los demás tanto como para mi, o sea, anhelar amar, anhelar dar. Y la realidad sería totalmente opuesta a la que vivimos. La fuerza del deseo es poderosa y se puede usar tanto para bien como para mal. Hasta ahora, a la vista de los resultados como sociedad humana, la hemos usado harto mal, por lo que convendría intentar, antes de destruirnos totalmente, hacer el giro hacia la conexión entre nosotros e intentar trabajar el amor; deseándolo.

Desear otorgar para conseguir ese propósito de amor.

Estudiando la Sabiduría de la Cabalá y las explicaciones (científicas) de quienes somos y para qué vivimos; he ido encontrando las respuestas que ningún otro conocimiento (filosofía, religión, ciencia, política, etc) me ha dado en los largos años de vida que tengo, y esta es la única viable, me temo, para conseguir amar al prójimo como a nosotros mismos.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Regalo de hija

Un sentir de sueños...sueños de madre



¡¡¡Muy feliz día, mamá!!!

Un abrazo, un beso, un mar de todo ello, un te quiero dicho a toda voz, un deseo de felicidad enviado con fuerza..

Amarte era poco, por eso llegué a ti: para sentirte.

Decirte te quiero era poco, así que crecí en ti para ser parte de ti.

Abrazarte era poco, así que volé para añorarte.

Y cuanto más te amaba, más te decía te quiero y más te abrazaba, más sabía que no se trataba de que tú fueras mi madre. El logro era haber sido tu hija.

Te quiero mucho, mamá.

El tiempo no pasa, las vidas no pasan, nada pasa. Todo perdura para siempre en un te amo….

Ta fille toujours

Marcia

viernes, 12 de octubre de 2012

Las hadas del bosque




 
 


A mis años, los recuerdos de infancia se hacen, no sólo más tiernos y arropadores, sino más comunicadores y explicativos, ya que te descubren razones de anhelos y expectativas que el medio nunca te complace. Cinco hermanos que queríamos ser YO MISMO y actuar, o sea, vivir, desde ese “yo mismo”. Vamos, como todo el mundo, pero sin saber quiénes éramos, ni yo, ni tú, ni nadie -incógnita que todavía permanece a nivel planetario-. Y sin saber que el mundo en que nacimos te arma el “yo mismo” a través de imposiciones interesadas... contra natura, porque los billones de personas en el planeta somos distintos.
De niños nos uníamos y desplegábamos hacia otros mundos, Diego en el espacio galáctico con aventuras increíbles donde existían todos los peligros menos el de la muerte. Igal con sus pares invulnerables: héroes por encima de la debilidad y la tristeza. A veces nos íbamos todos a La Isla, esa que existía en el pizarrón en la que nos dibujábamos y donde sólo éramos nosotros con nuestras propias reglas.

Pero, las tres hermanas solas, guiadas por la fantasía de Raquel -siempre hermana mayor- nos íbamos con Fedora de su mano a una dimensión mágica donde sólo estaba permitido, tras dramas insoportables, el final feliz donde se lloraba mucho en el cierre; lo juro... de verdad.

Pero lo más entrañable era el chapuzón a la dimensión más fantástica de todas: la del bosque de las hadas. Raquel se encargaba de todo, la coreografía, la música y los pasos del baile. Los pasillos de nuestra casas -Playa Ancha primero e Independencia luego- se transformaban en los más mágicos escenarios de brillante y colorida fantasía (los hermanos estarían en los suyos, porque no los veíamos ¿sería tan real el escape dimensional?). Fedora, con más gracia que yo, aplicadamente obedecía el ritmo de Raquel con los pasos y la música, yo alguna vez intentaba innovar y levantaba alegremente un pie más arriba de lo normal mostrando un tosco zapatón de suela crepé, que luego de levantarnos del suelo donde nos había llevado el ataque de risa, seguíamos con lo diseñado por Raquel. Mucho disfrutamos en el mundo de las hadas del bosque.

Las hadas del bosque, las hadas del bosque. No salimos nunca de ese estribillo, pero es el mantram, hasta ahora, para un relajante deleite tan efímero como lo que tarda en cancelarse cualquier placer.


viernes, 21 de septiembre de 2012

Que los niños cambien el mundo




Si queremos cambiar el mundo, debemos partir enseñando a los niños no con una educación que sólo los capacite como fabricantes y consumidores de bienes materiales y servicios, sino para conocerse a si mismos y entre ellos y así crear crear un gran propósito humano en unidad.
Que crezcan en una sociedad integrada dentro de una garantía mutua, dentro del amor, de la alegría , de la armonía...  





domingo, 9 de septiembre de 2012

Yo me corrijo, tú te corriges...







Alguien podría preguntarse del por qué de tantas cosas negativas en el mundo, tanto sufrimiento, tantas cosas terriblemente malintencionadas, tantos gobernantes psicópatas en la historia de la humanidad desde antes de Alejandro Magno hasta El Asad, pasando por Stalin, Hitler, Idi Amin, Pinochet y otros. Dictadores que no vacilaron ni vacilan en diezmar poblaciones inocentes por sus intereses vesánicos y que ahora ya no son tan necesarios porque los grupos económicos que siempre han estado al costado o por detrás de esos personajes (además de las religiones), ya están trabajando directamente sobre la población a través de las comunicaciones, las redes sociales y la movida del consumismo a partir de crearle necesidades imaginarias.
Desde siempre ha funcionado un aparato censor y corrector (que es más grave) desde esos poderes para controlar al ser humano. Ellos, determinando siempre lo que es bueno y malo, hasta el punto de inventar el mal a su manera y, por supuesto desde un bien también inventado, que es donde están ellos y que, francamente, da asco. Para ellos, hay un mal en la raza humana que hay que corregir y, entonces, ellos se erigen como los correctores, imponiendo su moral -estricta hacia los demás, no hacia ellos- de manera implacable. E increíblemente, todo consentido por la sociedad, porque, en realidad, somos todos los mismos.
Porque ¿quienes son ellos? ¿Quién fue Hitler?¿Quién fue Napoleón? ¿Pinochet? ¿Hoover? ¿Nixon? Y quienes son ahora ¿Obama? ¿Piñera? ¿Merkel? ¿Asad? ¿Ajmadineyad? ¿Netaniahu?¿Putin? ¿Qué es Goldman Sachs? ¿IBM? ¿la NSA? ¿el Grupo Bildelberg? ¿el FMI? ¿el BCE?
Creo que nada más que creaciones de nuestra misma sociedad. Personajes elevados desde nuestro propio egoismo, desde nuestros odios individuales y colectivos, nuestros resentimientos y frustraciones. Como el cáncer en un cuerpo enfermo. Por lo tanto, si hay un mal que corregir -que sí lo hay- es nuestro propio mal y que cada uno debe corregir en si y por si mismo. Nadie tiene derecho a corregir el mal del otro -además, no funciona-, pero si tiene la obligación de corregir su propio mal. Y así nadie se levantará sobre mi a corregirme desde su mal no corregido por si mismo.
O sea, si yo cambio, cambio el mundo... para que se me entienda.
Y dejar de seguir creando monstruos y corporaciones siniestras que aniquilan nuestra conciencia, y a la postre, nuestra vida.

lunes, 27 de agosto de 2012

Firma la petición para poner fin al hambre


Una condena a muerte desde Wall Street...
El gran negocio de la alimentación que especula en el mercado encareciendo los alimentos  aumenta el hambre en el mundo.
Da rabia, por supuesto



domingo, 19 de agosto de 2012

El consumo del tiempo...




Parecía que todo lo creado en tecnología, medicina, educación, cultura, economía y otros campos, hace unos 50 años atrás nos auguraba una abundancia y un estado de bienestar total.  Abundancia a discreción = tranquilidad. Pero no fue así. Y no lo fue porque el deseo ha sido siempre dirigido por un insaciable ego que nos ha hecho transgredir muchísimas leyes de la naturaleza y, que como efecto, se nos va escapando de las manos, incluido el tiempo, que cada día se nos acorta más. Yo miro mi reloj y un minuto sigue siendo 60 tictacs de un segundo cada uno y la hora sigue siendo de 3600 de esos mismos tictacs y así los días y los meses... Pero parece que fueran menos, porque siento que a cada rato me estoy poniendo el pijama para ir dormir. ¿Quién se lleva el tiempo? Qué es lo que se lleva los días, las semanas, los meses, los años? Los Hombres Grises, claro... como en Momo; pero, en nuestra realidad, estos tienen nombres propios y personalidad jurídica. Da lo mismo quiénes sean y cómo se llamen, no cambia nada, vivimos hipnotizados por el sistema que nos han montado con la cooperación de empresas y gobiernos, un sistema que actúa para el consumo, educa para el consumo y hace vivir sólo para el consumo.

Cobrar y pagar cuentas. Cobrar y comprar. Cobrar, cobrar, cobrar... consumir, consumir, consumir. Y todo con reloj y calendario en la mano. Créditos y plazos. Cobrar los ingresos del mes, agarrar la calculadora, correr a pagar, diseñar que va primero, qué es urgente, qué puede esperar y así se nos van los días mirando la billetera, la cuenta on line, o el cajón. Tanto para gastos fijos, tanto para el regalo de cumpleaños de Panchito, tanto para un nuevo calefón, en cuanto termine el crédito del arreglo del techo me meto en el viaje a Río, tanto para el 18, mañana a comprar cortinas nuevas ya que pagué lo de la pintura, el viernes compro el comestible y bebestible para el festejo, voy a ir pidiendo un crédito para renovar el auto ya que estoy terminando los plazos del viaje a Río... Ya hace un año que fui a Río, chuta, como pasa el tiempo.

Pues sí, cómo pasa el tiempo. Igualito que los árboles y postes cuando vas en viaje por carretera; velozmente se van quedando atrás...perdidos.Y es que así vamos en esta vida en un viaje vertiginoso, tanto, que un día no veremos ni árboles ni postes, ni nada... Ya no se puede atender bien a los hijos, algunos se enteran -exactamente- de que existen cuando tienen problemas; el tiempo que nos escasea cada día más no nos deja verlos crecer, ver cómo son, qué sienten, qué esperan de la vida además del Ipod o el artilugio tecnológico de punta de turno en los medios. En este tren de alta velocidad en que estamos transformando nuestra vida, sólo somos capaces de ver una gran zanahoria que va por delante con unas letras luminosas que dice: FELICIDAD A TRAVÉS DEL CONSUMO.

Y el tema no son las vueltas al pasado, ¿para qué? El pasado es para ir aprendiendo de él, entonces, sigamos en el presente y partamos por ir sacando el pie del acelerador, y contemplar mejor el paisaje, la vida, el prójimo... y eso puede conseguirse uniéndonos en un deseo común de bienestar para todos.

No es una mala propuesta, estoy segura.

martes, 7 de agosto de 2012

El Creador, Dios, Naturaleza...




Para muchos, el Creador existe imaginado como un anciano benevolente de barba blanca sentado en una nube desde donde nos juzga y aplica castigos si nos portamos mal (?) o premia si nos portamos bien (?). Un ser creado por las religiones desde donde se regla el comportamiento del ser humano a través de parámetros éticos muy lejos de la espiritualidad.
De esa espiritualidad también oculta al hombre porque su principal atributo, el otorgamiento, es absolutamente opuesto a nuestra naturaleza. Y ese estado de otorgamiento permanente entre cada partícula, cada ser, cada manifestación del universo en total unicidad; esa armonía amorosa de existencia, sería el creador, y en esa cualidad deberíamos existir todos.
Pero vivimos en un mundo físico en el que percibimos con los cinco sentidos una realidad falsa, procesada por una mente al servicio del ego, por lo que ningún Creador puede darse, ni ninguna entidad salvadora que nos rescate de este ego que nos aprisiona y condena a una realidad absurda, ilusoria y dolorosa. Solo nos queda utilizar, nosotros mismos y en una conexión mutua, esa misma fuerza feroz de nuestro deseo egoista para intentar llevarlo a la cualidad opuesta que nos evolucione hacia la plenitud, hacia ese Creador.
Mientras tanto, ni ruegos, ni velas, ni donaciones, ni mandas ni acciones “eticamente aceptables” manejadas por nuestro ego, nos liberarán del dolor y ruina que crece cada vez más en nuestro mundo.