martes, 8 de noviembre de 2011

De la muerte y también la vida...







Escuché hace unos días por internet, un programa español que hablaba sobre el tema de la muerte. Las preguntas básicas eran ¿por qué morimos? ¿lograremos algún día vencer a la muerte? Se habló de un sin número de experimentos increíbles; partiendo de la resucitación de un hombre hacia finales del siglo XIX . El Frankestein de Mary Shelley, por lo visto, estaría inspirado en experimentos que por la época se hacían usando la electricidad para revivir cuerpos inertes. Todo, por vencer a la muerte.
Pero ni las narraciones de experimentos obsesivos de algunos por detener la muerte -o al menos alargar la vida- ni los escarceos filosóficos y ético-religiosos sobre el por qué de la muerte y del poder para combatirla, me llamaron la atención en tal programa, sino esa pregunta: ¿por qué morimos?

Y me dije: ¿Cómo podemos preguntarnos por qué morimos sin preguntarnos antes por qué vivimos? Creo firmemente que si nos dedicamos a averiguar por qué vivimos, sabremos, entonces, por qué morimos. Pero, descubrir el significado de la vida no ha sido nunca la búsqueda fundamental y constante de la humanidad para la plena existencia entre los seres humanos. Toda búsqueda del origen y propósito de la vida se ha dispersado a lo largo de la historia en teorías filosóficas, religiosas y científicas, pero sin jamás hacer de esta la razón esencial para conocernos, para conocer la verdadera imagen de la realidad en la que vivimos.

Para no sufrir.

Democráticamente se ha dejado en el: cada uno con sus creencias.

¿Nos creó un señor benevolente de barba blanca sentado en una nube? ¿Salimos de un Big Bang desde la nada? ¿Salimos del mono? Y si es así ¿Quién hizo al mono? ¿Somos un experimento de extraterrestres? ¿Hay una inteligencia actuante?

¿Para qué vivimos? Creo, que sin darnos cuenta, mayoritariamente, vivimos con esa pregunta que, siendo muda, nos grita desde muy dentro nuestro, pero la estrecha realidad que nos hemos creado, de trabajar, consumir y creer que vivimos, nos impide atenderla, por lo que nos centramos en nuestro egoísmo aliado en esta complicada jungla y seguimos sin poder explicarnos TODO, porque no buscamos como deberíamos la respuesta a nuestro origen y su por qué.



Dice el cabalista Yehuda Ashlag en su Introducción al Talmud Eser Sefirot:

“Si escuchas con tu corazón una famosa interrogante, estoy seguro que todas tus dudas sobre si debes estudiar Cabalá desaparecerán sin dejar rastro. Esta pregunta amarga y justa la hacen todos los que nacen en esta tierra: ¿Cuál es el propósito de mi vida?”


Y en eso estoy, pues...
















3 comentarios:

  1. Suscribo profundamente tus palabras, Mariana.

    Intuyo que la vida es "cambio", y en ese "cambio", todo son causalidades que unen nuestro tiempo al espacio, nuestro sujeto al objeto, y en todo ello...a nosotros mismos.
    Somos esa voluntad que estamos representando a la que llamamos VIDA.

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  2. buena pregunta, que creo todos nos hacemos de vez en cuando y que hasta ahora segun van pasando los anios mios, tiene diferente significado, pero jamas una respuesta, la vida es pero por que experimentarla? eso no lo se..cambiamos tanto, el dia que alguien sepa, que lo diga, o es tambien algo intimo de cada ser?

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  3. Yo creo que la vulnerabilidad inherente del ser humano, plenamente consciente de su mortalidad y fecha de caducidad de su cuerpo, hace que pocas veces se plantee de forma positiva su existencia (los existencialistas eran cualquier cosa menos positivos) y más bien se empeñe en intentar alargar una vida que, sabe, será limitada y quizàs incluso corta... Pero sí, al final surge esa sabidurìa resignada que nos impele a sacarle el màximo rendimiento a estos años que nacen ya contados y a ser feliz dentro de este marco conocido, pues lo que viene despuès es un abismo que nos desconcierta y que nos intriga... Pareciera que al lado del misterio de la muerte, el misterio de la vida no tiene gran interès... Qué gran error!

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