martes, 22 de marzo de 2011

De deseos y ego







                             


En la búsqueda de una verdad sobre la existencia he aprendido cosas interesantísimas que me han hecho descubrir aspectos de la vida que, quizás por obvios, sencillamente, no veía. Como, por ejemplo, que el ser humano vive por el deseo. El deseo de obtención de placer. Eso, básicamente, no tiene nada de malo, al contrario, todo en el universo se mueve por el deseo de cubrir una necesidad porque todos necesitamos de algo o alguien para vivir: las montañas, las plantas, los animales, nosotros. Pero hay una diferencia. Las montañas, las plantas y los animales se manejan dentro de la búsqueda de bienestar o placer colectivo; en un dar y recibir armónico universal porque necesitan que todos reciban el mismo bienestar para, así, ellos tener el propio y funcionar ciclo tras ciclo, año tras año, milenio tras milenio. O sea, se manejan en un toma y daca perfecto para que todo y todos funcionen en perfección y placer.
Nosotros no.
Nosotros, los pensantes, nos hemos “independizado” de las leyes naturales con el consecuente catastrófico resultado que estamos obteniendo en todos los aspectos de nuestras vidas: físico, psicológico, social, cultural, económico... En un afán egoísta de auto-satisfacción nos fuimos alejando de la naturaleza hasta desintegrarnos en millones de egos disparando para donde creemos nos va mejor a cada uno con las lenguas enredadas, sin entendernos. O sea, en una lucha egoica que nos maneja en una mecánica existencial de violencia, injusticia, desigualdades y odio, mucho odio. Así de claro, nos odiamos con tremenda facilidad, pareciera que no somos felices si el otro lo es. Basamos nuestra propia felicidad en la infelicidad del prójimo.
Hemos transformado nuestro ego en nuestro peor enemigo y lo peor, es que no importa cuán bien estemos en relación a los demás: no somos felices. Y no lo somos porque no estamos viviendo acorde a nuestra primordial esencia humana, la de la integración entre nosotros y la naturaleza. Aún dentro de la gran variedad en que existimos -en relación a nuestras capacidades y talentos- necesitamos vivir en una unicidad planetaria.
Se impone, me temo, revisar nuestro ego, nutrirlo mejor. Quitarnos los miedos e inseguridades que lo hacen duro y negativo para permitirle hacer realidad eso de “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Estoy segura de que por ahí va la cosa...

5 comentarios:

  1. bueno,....muy bueno...tienes razón....hay más cosas que nos mueven...se llama dinero, mañana te hablo de ello...enhorabuena..me encantó

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  2. Yo quiero a mi ego cubierto de un plumaje azul. ( ¿ Acaso se ve mejor desnudo que contra el cielo ? )
    Y lo que expresas, Mariana, es una verdad muy blanca que vive dentro de la llanura de nuestra conciencia.
    Certeras palabras las tuyas...

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  3. Demasiado enrevesado.es más sencillo.(pero muy bien escrito)

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  4. Quizás los animales y las plantas no rompen el equilibrio con la Naturaleza simplemente porque no pueden, están programados para respetarlo porque en ello les va su supervivencia... El ser humano es más complejo, supuestamente "inteligente", sí puede elegir, es su mayor virtud y también su mayor desafío, uno que muy pocos consiguen afrontar sin llevarse el planeta por delante (o a sus pares, su entorno, su familia, sus amistades...). Somos entes volitivos y a la vez epicúreos, deseamos el placer y la felicidad pero no siempre la moralidad o el sentido común van a la par con esas bondades de la vida... No sabemos cuidar lo que nos dan, desperdiciamos el amor, abusamos, matamos la gallina de los huevos de oro y después nos lamentamos como si no fuera responsabilidad nuestra... ¿Tenemos remedio aún? Está por verse... Veremos si la Naturaleza tiene la paciencia de esperarnos... ;)
    Un abrazote!

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  5. muy bueno y asi es nos mueve el deseo ya sea de vivir o de morir, dependiendo siempre que pensamientos estan enredados en esa fuerza, impulso o deseo...

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