martes, 29 de enero de 2013

La vida es una "tranca"




Pues sí, la vida misma es toda una “tranca”. Ninguno de los billones de seres humanos, desde el principio del mundo, hemos pasado piola por nuestras miserables vidas. Y los que vienen; si no es por un esfuerzo sobre humano, no creo que ni Platón ni el Prozac, ni las meditaciones en esa incomodísima postura del loto, ni trotar hasta medio infartarse, u otras recetas aconsejadas como lo máximo, les va a ayudar.

El trauma empieza llegando, cuando nuestra madre nos da a luz. Algo de no creer. Se supone que nuestro primer encuentro con la luz debería ser sublime, o al menos placentero, que nos provoque un “agú” gozoso; pero no, el shock es tal que berreamos como chanchos al matadero un rato largo, salvo que estemos medio asfixiados. Mi hija mayor chilló un rato y luego con los ojos muy abiertos miraba a todos lados, de tal manera, que alguien dijo: “Y así dicen que los niños no ven al nacer”. Claro, la niñita te atravesaba con una mirada inquisitiva de miedo. Mi hija menor fue más original. Se devolvió y hubo que ir a buscarla. Tal cual. Se fue hacia adentro y hubo que “torniquearla” como precisó la obstetra, y, mejor, no doy detalles de la ultrajante maniobra; el caso es que mi hija menor, pareció como que, ver la luz y desilusionarse fue todo uno. Pero claro, ese es uno de tantos momentos en la vida en el que no tienes la más mínima opción. Naces nomás.

La luz de este mundo, queda claro, no te ofrece ningún placer que dure algo más que la escarcha bajo el sol (me quedó lindo eso). Imposible, no somos capaces, por naturaleza, de crearnos ningún gozo permanente. Y mira que me lo he preguntado y tratado de averiguar ¿Por qué, diablos, no somos capaces de ser felices de manera permanente? Así como los príncipes y princesas al final de los cuentos: Y fueron felices para siempre. Si, claro. A mi, de niña, después de la frasecita, me daba con quedarme pensando en que seguramente alguna vez discutirían por los hijos, los gastos, el arreglo del lavaplatos, la suegra, algunas enfermedades e incidentes varios; cosas que una ve por ahi...por nuestra realidad.

No podría enumerar todas las tragedias, las guerras, las feas vicisitudes en toda la historia de la humanidad, en todos los campos, en todos los niveles y dimensiones que han ocurrido, ocurren y seguramente ocurrirán; todo porque somos condenadamente egoístas. Pues sí, así se siente, como una condena a propósito a ser egoístas. Cualidad que hemos practicado perfectamente, sin necesidad de preparación, así, sin más, nos hemos hecho la puñeta unos a otros de la manera más natural del mundo. Cada movida nuestra es en beneficio propio y usando al personal que nos rodea. Así de claro. Algo que jamás seremos capaces de reconocer porque mayoritariamente nos sentimos buenas personas, que no le hacemos mal a nadie, al contrario, ayudo cuando puedo, solidarizo en el facebook desde mi notebook o Ipad a brazo partido con mis palabras de apoyo y en la calle si me piden, doy una limosna o un billetito a un amigo que está en apuro; en fin, soy super buena onda. Pero en realidad, eso no es ser buena onda, incluso eso, es porque nos sentimos bien; o sea, para satisfacer nuestro ego. Porque en realidad, basamos nuestra vida, en usar al otro, no en preocuparnos del otro, faltaría más. No somos capaces de imaginar siquiera lo que sería ser realmente una buena persona que otorga en lugar de recibir. Que ama al otro como a si mismo, que cuida del otro, que es feliz porque el otro lo es. ¿Cómo? si eso no está en nuestra naturaleza. Pero, les tengo una noticia: la vida dejaría de ser una permanente tranca si nos pudiéramos, aunque suene a ñoñería: amar y unir para ser todos felices de forma permanente. Habría que usar la fuerza del deseo egoísta que nos es propio por naturaleza, para transformarlo en deseo altruista. O sea, cambiar la intención del deseo. Una movida que, lejos, es el trabajo más difícil del ser humano.

Lo tenemos clarito.

6 comentarios:

  1. Tú lo tienes muy claro, otros, ni eso.
    Nos hemos convertido en "el triángulo de las Bermudas" - que es vivir entre el refrigerador, la televisión y el sofá-. Ese es el paraíso terrenal para algunos, porque para otros, es, simplemente, "lo que hay".
    Entrada sin desperdercio, te felicito.

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  2. Es dificil pero no imposible..lo que pasa que no sabemos que es amar?tal vez pensemos que amar cr que es no odiar..y no lo es..amor y odio que sentimos es lo mismo porque vivimos en un mundo DUAL..

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  3. pues sí, Enrique, ese triángulo perfila bien nuestro individualismo: mientras yo esté bien, a los demás que los zurzan... Y sí Raque, no sólo no sabemos realmente amar, sino que tampoco sabemos lo mucho que odiamos.

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  4. Quizás no podemos ser felices de modo permanente porque para vivir una vida plena el sufrimiento debe estar incluido... Además, ¿cómo reconoceríamos la felicidad si no es en contraste con el dolor? En fin, que si queremos considerarnos seres integrales no nos queda más remedio que pasar por tooooda la gama de vivencias y emociones que nos ofrece la existencia, nuestro cerebro y nuestra amígdala. Y reconocer que la felicidad no es la vida en sí, sino el viaje en pos de una búsqueda donde ser una mezcla de Buda, Indiana Jones, Martin Luther King, Alejandro Magno y Bertrand Russell nos estaría acercando al ideal... ;)

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