
De esa espiritualidad también oculta al hombre porque su principal atributo, el otorgamiento, es absolutamente opuesto a nuestra naturaleza. Y ese estado de otorgamiento permanente entre cada partícula, cada ser, cada manifestación del universo en total unicidad; esa armonía amorosa de existencia, sería el creador, y en esa cualidad deberíamos existir todos.
Pero vivimos en un mundo físico en el que percibimos con los cinco sentidos una realidad falsa, procesada por una mente al servicio del ego, por lo que ningún Creador puede darse, ni ninguna entidad salvadora que nos rescate de este ego que nos aprisiona y condena a una realidad absurda, ilusoria y dolorosa. Solo nos queda utilizar, nosotros mismos y en una conexión mutua, esa misma fuerza feroz de nuestro deseo egoista para intentar llevarlo a la cualidad opuesta que nos evolucione hacia la plenitud, hacia ese Creador.
Mientras tanto, ni ruegos, ni velas, ni donaciones, ni mandas ni acciones “eticamente aceptables” manejadas por nuestro ego, nos liberarán del dolor y ruina que crece cada vez más en nuestro mundo.
Tus palabras son contundentes y certeras. Profundas y sobrias. Gran reflexión.
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